jueves, 31 de marzo de 2011

Cómo Levantar Al Alumno Flojo . Marzo 2011


Cuando un alumno trabaja poco, se cansa rápido, muestra cero interés y no tiene ninguna expectativa, quiere decir que padres y profesores lo han formado en la “escuela” del mínimo esfuerzo y es necesario ayudarlo. Perfil, El flojo muestra... Desinterés: No da señales de superación personal ni le interesa esforzarse para alcanzar una meta. Desobediencia: No sigue las prácticas recomendadas en el trabajo escolar.

Bajas notas, pero sólo en algunas áreas; en otras puede mantenerse bien. No es parejo. Mientras que por ejemplo, el que tiene déficit atencional presenta en sus calificaciones manifestaciones más homogéneas. Aislamiento: Si bien puede mantener una vida social normal, el flojo desaparece de ambientes donde se exige esfuerzo, baja la cabeza y se esconde. Falta de compromiso consigo mismo, con el profesor y con sus pares. ¿Qué estimula la flojera? La ausencia de hábitos y virtudes.

En la cultura del esfuerzo es necesaria la fortaleza, el orden -no sólo material, sino también el orden de las prioridades y los tiempos- y la perseverancia. La desatención del colegio sobre sus alumnos. Sin programas desafiantes, sin exigencias para la superación, sin la propuesta de estímulos a partir de logros. La despreocupación de la familia o la sobreprotección de los hijos. Se crían hijos blandos, que se rinden ante la primera dificultad. Se educan niños a los que se les facilitan mucho las cosas y se les ha dado todo hecho. La autosuficiencia de algunos adolescentes que no tienen dificultad intelectual y creen que sus cuotas de genialidad pueden suplir la conducta del esfuerzo. Estrategias a usar y evitar Sí. Trabajar en las virtudes humanas. Sobre todo en las que tienen que ver con la laboriosidad. Enseñar el uso y administración de un horario, es decir, el aprovechamiento del tiempo. Definir con precisión, sin dejar nada al azar, el lugar de trabajo y la forma de administrar ese espacio. Padres y profesores, ambos en conjunto, deben ser razonablemente firmes, estables y claros en lo que esperan del hijo y alumno. Las reacciones pueden tardar, pero llegan. Mostrar el “para qué”. Eso permite concientizar al alumno de que su futuro depende de sus acciones. Involucrarlo en trabajo de equipo, como actividades deportivas que impliquen esfuerzo y una meta a alcanzar. Mostrar testimonios de otros que han logrado superarse. Ser capaz de darse cuenta cuando se trata de un carácter inmaduro. En ese caso es necesario saber esperar, sin dejar de acompañar.

No. Decir que “es flojo”, pues es más cómodo para él: “Póngame el rojo, no más, profe”. Descalificar, ridiculizar, ironizar. La idea es mantener al alumno ocupado, aunque sea en algo lejano al objetivo primario del estudio. Existen jóvenes prácticos, otros especulativos; algunos inmersos en pequeños dramas afectivos o influenciables por el ambiente; hay otros deportistas, lectores, entusiastas por la música, el conversar… Es tarea de los adultos conocer esa variedad de personalidades, para saber por dónde se le puede ayudar. No aceptar que el alumno haga dejación de deberes. Si se saca una mala nota, que repita la prueba; si no termina una tarea, que la complete.


Tomado desde el Portal:



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