jueves, 28 de octubre de 2010

Algunos tips para descubrir qué es el bullying y qué no.

MATERIAL DE APOYO DOCENTE
Fueron 15 niñas las que la atacaron afuera de su colegio, un liceo de Cerrillos. Con apenas 14 años, la víctima del último caso conocido de bullying en Chile, se vio envuelta por un acto de manotaje, aparentemente gatillado por la envidia de sus compañeras, con las que compartía día a día la sala de clases, tras haber sido elegida para bailar en las celebraciones Dieciocheras del establecimiento.
Según los datos entregados en la campaña “No + bullying”, lanzada en mayo pasado, en los últimos 3 años los casos comprobados de este tipo de violencia han aumentado cada año progresivamente -425 en 2007, 644 en 2008 y 707 en 2009- siendo una noticia más que habitual la golpiza o abusos de los que ha sido víctima algún escolar en cualquier parte del país.
En este desolador contexto, el psiquiatra infantojuvenil Sergio Canals, decidió lanzar su libro “Si todo es bullying, nada es bullying” (Uqbar editores), en el que intenta ofrecer una guía a padres y profesores de niños y adolescentes, para identificar las características de estas agresiones y poder diferenciarlas de las que son típicas de la edad. “Si todo es bullying, nada es bullying, por lo que hay que ser cuidadosos con establecer un significado, más aún si hoy tiene implicancias legales”, comenta el autor.
De este modo, Canals explica que los patrones del bullying corresponde a “presencia prolongada en el tiempo, relación dominio-sumisión entre acosador/es y acosado, condición de desigualdad de poder no sólo físico, sino como puede ser el acceso y su forma de manejo de medios que no posee o ponen en desventaja o imposibilidad de defenderse al abusado (ciber-bullying), y el hecho de ser casi siempre una persona quien adquiere la condición de víctima, la que, en su debilidad, sufre por infligírsele daño intencionalmente (…) Sin el sufrimiento y/o dolor del acosado(a), no se puede hablar de bullying”.
Esta situación puede darse de manera organizada o espontánea por parte de los agresores y puede estar apoyada, además, por el silencio cómplice de otros compañeros e incluso, por autoridades escolares y la propia familia del afectado. Pero lo que determina la presencia de esto son, según Canals, “las vivencias y la afectación de la víctima”. Estas puedes ser el miedo, la soledad, el sufrimiento, la sensación de rechazo, que evidentemente afectarán su autoestima.
Sin embargo, el autor es cuidadoso en explicar que comportamientos que pudieran apreciarse como agresivos: molestar con apodos o molestar a alguien de menor edad, quitándole la pelota, por ejemplo, no deben clasificarse como bullying.
“Aunque no son conductas deseables y deben mantenerse a raya, más parecen juegos de agresión propios del crecimiento y de los que se debe aprender a huir y, en el mejor de los casos, si se puede, enfrentar”, comenta.
De hecho, Canals aclara que en los niños más pequeños las conductas esporádicamente agresivas son normales, “como la violencia juguetona, lúdica, que busca la ostentación y la destreza, sin ser destructiva”. Eso sí, éstas aparecerían junto con las “pro-sociales” amistosas que surgirán, en mayor cantidad.
Deben aprender a enfrentar
La menor del liceo de Cerrillos fue cambiada de colegio. Gracias a una beca que le otorgó el ministro de Educación, Joaquín Lavín, estudiará en un nuevo establecimiento, financiada por los próximos 3 años.
Para Canals, la solución más óptima está lejos de huir del lugar de los hechos, sino que enfrentar el problema y exigir los cambios necesarios para dar fin a la vida escolar triste y violenta del escolar que sufre bulliyng. Eso, unido al tratamiento que también requieren los agresores, quienes claramente requieren asesoramiento. Tal como se anunció que se haría en el caso de Cerrillos.
Si bien, la información aportada junto con “No + bullying” dice que este problema se ha presentado, sobre todo, en colegios particulares subvencionados (con el 67% de los casos), el psiquiatra aporta nuevos datos acerca de los posibles lugares en que un niño podría ser víctima de violencia reiterada por parte de sus compañeros, como serían los “colegios muy competitivos o de elite, centrados en el rendimiento académico o deportivo”.
En cuanto a las potenciales víctimas, Canals nombra a aquellos niños sensibles, tímidos, callados, inseguros, con conductas impulsivas agresivas, con comportamientos amanerados que se pueden deber a la inmadurez, y que posean cualquier característica que pueda hacerlos parecer diferentes ante el resto de sus compañeros: otra nacionalidad, obesidad, entre otras.
“Debiera siempre preguntárseles a estos niños, con cuidado y con cariño (ya que van a tender a ocultarlo por miedo o vergüenza), si lo están pasando mal en el colegio o si tienen o no amigos y si se sienten solos o con pena permanente”, dice el psiquiatra, quien pide estar atentos a síntomas como estrés, ansiedad, insomnio, dolores de estómago o de cabeza en la noche, sobre todo los domingos o ante cualquier comentario reiterativo que denote que el menor no quiere ir al colegio, explica.


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